martes, 31 de agosto de 2010

jueves, 15 de abril de 2010

87 kilos

Otra pelea monstruosa del gorila de Cincinnati. Cientos de golpes. Jab, jab, gancho, alto, al cuerpo, volados. Es un animal, lleva 31 peleas y 31 victorias antes del límite, 24 antes del segundo round. El Gorila de Cincinnati se llama Clifford Robinson, es de raza negra y marca un peso de 87 kilos en la categoría pesado.
Esta noche fue todo lo mismo, su rival el único contendiente posible sufrió el ataque de un toro salvaje y hambriento. Esta noche Clifford abandonó el cuadrilátero con un pensamiento. Ese pensamiento nunca supo que era. Lo conservó hasta llegar a su casa y acostarse. La mañana siguiente Clifford se levantó y compró un canario.

Onceavo asalto

Que hermoso día que es hoy, un día fresco pero soleado. Salí esta mañana a hacer unos trámites. Ahora me he desocupado. Le mando un mensaje de texto a la chica con quien estoy saliendo “ Hola, como estás angelito? ¿Qué estás haciendo?" pregunto. "Estoy en el banco, si querés vení”. Me contesta.
Voy, el encuentro es frío pero cordial. Empezamos a conversar, trato de abrazarla pero resulta muy incómodo. Luego entramos a otro banco y yo me quedo esperándola afuera.
Ella sale, no sabemos de que hablar. La acompaño a la parada. Nos miramos y nos reímos tímidamente. Nos besamos, es lindo. Llega el colectivo y ella sube. Estoy un poco tenso, todo fue confuso. Miro el piso fijamente. Barrios anoche había perdido una pelea tremenda por el campeonato con Rocky Juárez. Se masacraron brutalmente durante diez asaltos a sangre viva. En el onceavo la pararon por múltiples cortes en el rostro de Barrios. Me pregunto si Barrios seguirá peleando. Sigo un poco tenso. Levanto la mirada y miro el cielo a través de los edificios. Nada es tan importante.

De nuca al suelo

Eric Morales estaba ubicado atrás del mostrador. Tenía 38 años y el rostro ya redondo.
Era un día frío; entró un muchacho al negocio y compró medio kilo de carne molida. Eric se la entregó y recibió el dinero. Se agachó a buscar el cambio.
Los pensamientos entran en una persona de forma inesperada y espontánea. El había tenido una pelea de campeonato. Empeñó su vida para esa chance, días y noches en el gimnasio. Durante la pelea se había encargado de castigar a su rival sin parar. Le había acometido una buena combinación y se encontraba a punto de noquearlo. Amagó con izquierda, titubeó y en ese momento le vino a la mente el rostro de su padre atendiendo la carnicería cuando él era niño, pasó un segundo y recibió un terrible gancho al mentón. Cayó desplomado, de nuca contra el suelo. Sufrió una contusión cerebral y nunca más volvió a pelear. Encontró las monedas justas y se las entregó al muchacho. Por el rostro de Eric no pasaba nada, miró el día frío a través de la ventana, agacho la cabeza y se puso a acomodar los restos de carne molida que habían quedado en el mostrador.

lunes, 15 de marzo de 2010

Mixed Martial Arts

En realidad no existimos, es un juego, así tomamos todos los riesgos, los más peligrosos y nos convertimos en animales responsables de nuestros deseos.
Bueno yo perdí mis deseos, es por eso que me dedico a la lucha.
He aprendido como aniquilar a alguien. Hay otra gente que también aprendió lo mismo. Cada vez que voy a enfrentar a un animal como yo, siento miedo. El sentirá lo mismo.
No somos hombres, los hombres tienen reglas.

Gimnasio

Recuerdo, claro. Me acuerdo de mi familia. Yo tenía 13 o 14 años, tenía que presentar las carpetas en la escuela, todas incompletas, no había nada y no entendía nada, iba a repetir el curso, éste seguro y el que viene y el que viene y todos. Mi mamá era depresiva, religiosa y creía en la educación. Mi hermana tenía dos hijas que lloraban todo, todo el tiempo, dos mellizas recién nacidas; su novio no existía. Mi hermano, una persona violenta, aparecía de vez en cuando. Mi papá bebía con frecuencia y coleccionaba estampillas. Otra gente espantosa rondaba el hogar además de ellos, y más niños, niños que lloraban. Todos nos reuníamos a veces en una mesa rectangular enorme, la muchedumbre, la violencia, la pobreza, eso era mi familia y era considerado algo sagrado.
Recuerdo tenía 14 años y recuerdo abandonar ese lugar, la vida sólo es saber darse cuenta de las cosas a tiempo. Viaje por varias ciudades, hasta que por fin me detuve en una, donde conseguí un trabajo más o menos estable. Era una ciudad pequeña, un pueblo digamos. Y ahí conocí el gimnasio. Era un lugar lleno de viejos, gordos, escuálidos sin fuerza, golpeando bolsas de arena y golpeándose entre ellos sin parar, ni siquiera seguían un método. El lugar era la muerte misma o un infierno sin diablo. Las únicas dos personas que valían la pena en ese lugar éramos el entrenador y yo. Pronto falleció el entrenador y yo comencé a enseñarles a los escuálidos jóvenes, poco a poco se fueron acercando más y creció la escuela. Hoy estoy donde estoy, cada tanto saco un pupilo con proyección. La vida para mí es eso, nada más, no se si soy feliz, pero por cada vez que recuerdo la mesa rectangular, la cara de los comensales, el llanto interminable de los niños, el olor alcohol de mi padre, la fé de mi madre, fijo los ojos y digo con orgullo “trabaja el cuerpo pibe, arriba abajo, bien , bien, ritmo, velocidad, que hasta la noche no paramos"

domingo, 14 de febrero de 2010

Naseem Hamed

Hamed ha desaparecido. ¿Que ha quedado de él? Era un boxeador extraordinario. ¿Que ha quedado en el mundo del boxeo luego de su partida? Nunca hubo nadie como él. "Quiero ser un campeón, de un modo particular" El rey libra por libra Manny Pacquiao puede jactarse de ser el boxeador de la década, pero no de un modo particular.
No hay en el deporte espacio para el arte y menos en el boxeo. No hay espacio. El fue un artista, cuyas pinceladas dibujaba con la mandíbula expuesta a 50 centimétros de los puños de su rival, moviéndose de un costado a otro, balaceándose, riéndose, con los ojos fijos, hasta lograr conectar el puño que noquee. En él el nocaut no era producto de la fuerza ni de la estrategia, era el momento donde debía cazar a la presa, donde el oponente debía caer, donde la obra debía concluir.
El sabía todo eso. Fue realmente un campeón de un modo particular. En el 2006 llegó a la cumbre y debía luchar contra su contendiente número uno, Marco antonio Barrera, un boxeador opuesto a él, de escuela clásica. Perdió contundentemente todos los rounds. Allí concluyó su carrera y el boxeo siguió su rumbo, rumbo de boxeadores, al cual Hamed no pertenecía.